Durante los últimos dos años, la lucha contra el Acoso Laboral se ha consolidado como una línea de acción estratégica de la ANEIICH. Desde mayo del año 2005, como pueden ver en este mismo blog en los artículos
Mobbing_I y
Mobbing_II, nuestra organización en general, y muy en especial nuestra regional asumió un importante compromiso con la prevención y sanción del Acoso Laboral o Mobbing en el SII.
En el día de ayer, se produjo la salida de la jefatura del Área de Administración de Procesos de la Subdirección de Informática, de acuerdo a lo informado por el Subdirector de RRHH a nuestra organización, por "mal uso de funciones de jefatura". Se trata de un caso que los dirigentes regionales de ANEIICH hemos venido siguiendo y representando a la Dirección del Servicio desde hace más de un año y medio. Esta resolución constituye el final de un largo proceso, en que nuestra organización impulsó la intervención de la Subdirección de RRHH y de las jefaturas de la Subdirección de Informática para evitar las situaciones de maltrato y corregir el ambiente laboral del área. El fracaso de éstas intervenciones y el endurecimiento del acoso sobre los funcionarios, llevó a la formalización de la denuncia realizada por la ANEIICH en función de producir la salida de la jefatura en cuestión.
Se trata, sin duda de un avance y un importante éxito de nuestra organización en su lucha contra el Acoso Laboral. Nos parece que esta resolución ratifica la voluntad expresada por el Director sobre esta materia, y que ya se materializó hace unos meses atrás al solicitar la renuncia al Jefe del Departamento de Fiscalización Renta, Alejandro Unanue, por las denuncias de Maltrato y Acoso Laboral que canalizó la ANEIICH Regional - Dirección Nacional. Es por ello que nos parece oportuno reconocer el compromiso demostrado en particular por el Director y el Subdirector de RRHH en estos casos.
Sin embargo, decimos claramente que se trata de avances aún insuficientes. Quizás una de las falencias más importantes que se ha mantenido en las 5 situaciones denunciadas en la Dirección Nacional, y que han terminado con la salida de la jefatura, es la incapacidad de la institución de reconocer explicitamente las situaciones de Acoso Laboral. Resulta indispensable avanzar no sólo en la construcción de procedimientos de denuncia del Acoso Laboral, o en el desarrollo de planes de prevención, sino que es absolutamente urgente enfrentar los paradigmas y las prácticas que permiten que estas situaciones se repitan en nuestro Servicio.
Se trata de la tercera denuncia de Acoso Laboral que se resuelve en la Subdirección de Informática, y la quinta en la Dirección Nacional, lo que debiera llamar al menos a reflexionar sobre las condiciones que posibilitan su repeteción. Cabe al menos preguntarse cómo se produce y que responsabilidad tienen las jefaturas superiores de las subdirecciones en las que se han vivido estos casos, por la selección y mantención de jefaturas que instauran prácticas de Mobbing, y porque se ingoraron las voces de alerta que se dieron de parte de los funcionarios y sus organizaciones al respecto.
No se trata de generalizar, sabemos que la mayor parte de los jefes y jefas de nuestro Servicio cuentan con el respeto y el respaldo de sus colaboradores. Pero también sabemos que el Acoso Laboral es una forma de violencia que se desencadena o es encubierta, al menos tolerada, desde la organización. La mantención de prácticas arbitrarias, el desconocimiento de los derechos de los funcionarios, la despreocupación por el clima laboral y la permanencia de paradigmas que valorizan el control y la competencia por sobre la construcción colectiva de espacio de trabajo productivos y sanos, son fuentes de las prácticas de Mobbing.
El lanzamiento, el pasado 15 de junio, del Código Buenas Prácticas Laborales para la Administración Central del Estado, por parte de la Presidenta de la República, y la publicación sobre la base de la Negociación de las Asocaciones con la Dirección del Servicio de la Circular de Políticas para el Ejercicio de las Jefaturas, son avances importante en esta dirección. Sin embargo, queda pendiente el desafío fundamental de fortalecer la capacidad de los funcionarios de influir en los procesos de nuestra organización, desde la confianza en su compromiso, sus capacidades y conocimientos. En resúmen, se trata de asumir un paradigma de gestión consecuente con la institución pública de excelencia que visualizamos ser.