El recién pasado miércoles 29 de Agosto, la Central Unitaria de Trabajadores convocó a una "Jornada Nacional de Movilización y Acción Sindical" bajo la consigna "¡NO AL NEOLIBERALISMO! A Conquistar un Estado Social, Democrático y Solidario". Fue, sin duda, una masiva jornada de movilización de los trabajadores y trabajadoras a nivel nacional, tal como da cuenta el informe de la CUT sobre las innumerables iniciativas que se realizaron a lo largo del país. Fue también una jornada limpia, ya que todos quienes estuvimos en los puntos citados por la CUT fuimos testigos de que los actos de violencia que se produjeron en la jornada corrieron por cuenta de quienes ordenaron reprimir la movilización.
La jornada del 29 de Agosto ha puesto en el centro del acontecer nacional a los trabajadores y trabajadoras, sus organizaciones y sus demandas, y es un paso más del largo proceso de reconstrucción del movimiento sindical de los últimos dos años. Las movilizaciones de los trabajadores forestales, de los subcontratados de Codelco, las de la Anef y en los últimos días las de los trabajadores de Agrosuper, han sido las luchas más emblemáticas de este período.
Se vislumbra, en estos procesos, el surgimiento de un Sindicalismo de Nuevo Tipo, que desde sus raíces históricas de unidad, solidaridad y con una visión político-sindical capaz de enfrentar los desafíos actuales, se ha propuesto romper el inmovilismo en que se ha mantenido a la sociedad chilena durante los gobiernos democráticos.
Es por ello que resulta casi ridículo oir a los voceros del gobierno declarar que se trató de "un día normal", o que "nada ha mejorado en Chile después del 29 de Agosto". O leer en los medios de comunicación del empresariado, las más diversas acusaciones sobre la "ilegalidad" o el "casi terrorismo" de la convocatoria de la CUT. Ambas, son formas de evitar la discusión de fondo que ha planteado la central.
La movilización del 29 de Agosto ha puesto en el centro del debate la necesidad de terminar con la escandalosa inequidad que se ha mantenido y profundizado durante los últimos 17 años en nuestro país, a pesar de los avances en diversas políticas sociales. Para ello, no es suficiente el realizar ajustes menores o maquillaje en ámbitos de primera relevancia como el Sistema Previsional o el Sistema Educacional. Se requieren reformas profundas que pongan en el centro las necesidades de las mayorías, y no las utilidades de quienes hacen negocios a costa de nuestros derechos.
A eso se refiere el Movimiento Sindical cuando llama a poner fin al Neoliberalismo: a transformar al Estado, al gobierno y al parlamento, a la política económica y la legislación laboral, para que dejen de ser los guardianes de las millonarias utilidades de los pocos que se benefician con el modelo económico en que vivimos, y pasen a poner en el centro de su accionar a los millones de chilenos y chilenas que vivimos de nuestro trabajo.
Este 29 de Agosto, hemos abierto un camino y dado un primer paso en esta dirección.