Hoy, al pasar por el frontis de la casa central de la Universidad de Chile, se puede leer un gran lienzo que denuncia el secuestro y la tortura de dirigentes estudiantiles por parte de funcionarios de carabineros.
Hace años que no leía una consigna tan brutal instalada en las calles de Santiago. Pero, si se corre el velo de indiferencia con que se ven y leen a diario las noticias, resulta absolutamente congruente con el discurso descalificador y criminalizador que el ministro Bitar ocupa a diario para referirse a los estudiantes. Y es igualmente consecuente con la prepotencia con que el gobierno de Ricardo Lagos ha tratado el tema de la Educación Superior.
Durante los últimos dos meses, se ha podido ver, casi a diario, al ministro Bitar descalificar a los estudiantes y sus movilizaciones, tratandólos de criminales, de violentistas, de egoïstas. Mientras, es incapaz de dar respuesta a los planteamientos que cuestionan la Ley de Financiamiento Universitario que ha impulsado al Movimiento Estudiantil a la movilización.
Principalmente desde el Movimiento Estudiantil, aunque no sólo desde él, se han levantado voces denunciando el retroceso que implica pasar de un sistema de crédito público y deficitario, hacia la entrega del sistema de financiamiento a los bancos. Aún cuando se repita incesantemente desde el ministerio que no se trata de privatización, la entrega de una función que hasta aqui había asumido el Estado al sistema bancario, no tiene dos nombres: es privatización. El intento de minimizar los impactos de un cambio de este tipo, es sólo una muestra más del autoritarismo con que se desarrollan las políticas públicas en nuestro pais.
La voz de los estudiantes nos propone una universidad pública democrática y al servicio del conjunto del país, que garantice el ingreso a quienes tengan el talento y la capacidad para estudiar, en que rija un arancel diferenciado que dé cuenta de formas de solidaridad efectivas, y nos propone también, construir un sistema de financiamiento capaz de incorporar a quienes estudian en instituciones privadas. Puesto en términos sencillos, nos propone un sistema de financiamiento universitario público y solidario; nos propone abrir el camino para que se haga realidad una Universidad diferente para construir un país distinto.
Quizás se trata de un tema que me resulta particularmente sensible, porque fui vicepresidente de la FEUC, y dirigente estudiantil durante varios años en la universidad católica. Pero estoy convencido de que el futuro de la Sistema Público de Educación Superior debiera ser un tema sensible, no sólo para quienes somos universitarios, sino para todos quienes aspiran a construir un país justo y democrático.
La voz del movimiento estudiantil ha sido tradicionalmente un llamado de atención al conjunto de la sociedad, generando cuestionamientos profundos de su quehacer. Hoy cuestiona a una democracia incapaz de escuchar a los principales actores de la educación superior, cuestiona a un gobierno que mantiene un invariable sesgo privatizador, y nos cuestiona a cada uno de nosotros para que nos transformemos en actores de un debate indispensable.
Hace años que no leía una consigna tan brutal instalada en las calles de Santiago. Pero, si se corre el velo de indiferencia con que se ven y leen a diario las noticias, resulta absolutamente congruente con el discurso descalificador y criminalizador que el ministro Bitar ocupa a diario para referirse a los estudiantes. Y es igualmente consecuente con la prepotencia con que el gobierno de Ricardo Lagos ha tratado el tema de la Educación Superior.
Durante los últimos dos meses, se ha podido ver, casi a diario, al ministro Bitar descalificar a los estudiantes y sus movilizaciones, tratandólos de criminales, de violentistas, de egoïstas. Mientras, es incapaz de dar respuesta a los planteamientos que cuestionan la Ley de Financiamiento Universitario que ha impulsado al Movimiento Estudiantil a la movilización.
Principalmente desde el Movimiento Estudiantil, aunque no sólo desde él, se han levantado voces denunciando el retroceso que implica pasar de un sistema de crédito público y deficitario, hacia la entrega del sistema de financiamiento a los bancos. Aún cuando se repita incesantemente desde el ministerio que no se trata de privatización, la entrega de una función que hasta aqui había asumido el Estado al sistema bancario, no tiene dos nombres: es privatización. El intento de minimizar los impactos de un cambio de este tipo, es sólo una muestra más del autoritarismo con que se desarrollan las políticas públicas en nuestro pais.
La voz de los estudiantes nos propone una universidad pública democrática y al servicio del conjunto del país, que garantice el ingreso a quienes tengan el talento y la capacidad para estudiar, en que rija un arancel diferenciado que dé cuenta de formas de solidaridad efectivas, y nos propone también, construir un sistema de financiamiento capaz de incorporar a quienes estudian en instituciones privadas. Puesto en términos sencillos, nos propone un sistema de financiamiento universitario público y solidario; nos propone abrir el camino para que se haga realidad una Universidad diferente para construir un país distinto.
Quizás se trata de un tema que me resulta particularmente sensible, porque fui vicepresidente de la FEUC, y dirigente estudiantil durante varios años en la universidad católica. Pero estoy convencido de que el futuro de la Sistema Público de Educación Superior debiera ser un tema sensible, no sólo para quienes somos universitarios, sino para todos quienes aspiran a construir un país justo y democrático.
La voz del movimiento estudiantil ha sido tradicionalmente un llamado de atención al conjunto de la sociedad, generando cuestionamientos profundos de su quehacer. Hoy cuestiona a una democracia incapaz de escuchar a los principales actores de la educación superior, cuestiona a un gobierno que mantiene un invariable sesgo privatizador, y nos cuestiona a cada uno de nosotros para que nos transformemos en actores de un debate indispensable.